Pablo Rosal: «Llegué al teatro para aprender a vivir»
por Antonio Rojano

PREGUNTA: ¿Cómo llega Pablo Rosal al teatro?
PABLO ROSAL: Te lo puedo resumir así: “Para aprender a vivir”. Siempre he notado cierta distancia con la vida, con la espontaneidad. Y el teatro, desde el principio, me ha servido para ponerme a prueba, mostrar la intimidad, jugar y analizar la vida. Me siento más cómodo en los ensayos que en la vida cotidiana. Empecé actuando en el colegio, en el instituto, y luego ya sí que entré a formar parte de varios grupos teatrales universitarios. Al final, estudié dirección y dramaturgia en Barcelona. De ahí, empecé a escribir, a probar cosas, hasta que me vine hace cinco años a Madrid. He tenido mucha suerte. Vine ya curtido, como una persona hecha y derecha, pero tuve mucha suerte. Madrid me acogió muy bien, con esta curiosidad de aquí tan bonita. Desde entonces he podido dedicarme profesionalmente al teatro.
PREGUNTA: ¿Cuáles han sido los autores que más han influido en tu formación como creador?
PABLO ROSAL: Las influencias van de Rafael Azcona a José Luis Cuerda, de Amanece que no es poco a Ionesco, pasando por Beckett. Si viajamos a lo patrio, pues Mihura y Poncela también están muy presentes. Me encanta su manera de jugar. Y de teatro, La Zaranda, por ejemplo. Ellos han sido importantes. Y la poesía, leo mucha poesía.
PREGUNTA: Hablando de poesía, ¿crees que tu teatro está muy cerca de esta disciplina al estar tan enfocado en su mínima expresión: la palabra?
PABLO ROSAL: Sí, totalmente. Si la obra de teatro debe crear una realidad nueva para ver algo diferente, para ver otra cosa, la manera de crear esa realidad tiene que ir a la forma más pura y originaria del lenguaje, que es la poesía. Todo va de la mano. No es que me proponga escribir poéticamente, sino que el hecho de escribir teatro despierta la facultad poética.
PREGUNTA: ¿Cómo surge A la fresca?
PABLO ROSAL: A la fresca nace, por un lado, de Los Despiertos, que se presentan ante mí y me dicen “nos gustaría hacer una obra contigo”. Y de allí rescato una idea que siempre había tenido en mente, que es este placer que yo creo que cualquier persona conoce, que es el de sentarse en un lugar cualquiera o muy significativo, muy simbólico o un lugar cualquiera, a empezar a hablar y a divagar y a perderse en la conversación. Ya empezando con el título, esta obra empezó así. Lo tenía clarísimo desde el principio, A la fresca, como hacer una especie de loa, de homenaje, de celebración de lo que es el salir al fresco. Siento que es algo que le sale natural a cualquier persona. Sentarse con alguien a ver qué pasa, hablar, ver cómo avanza la conversación... Entonces, con la propuesta de la compañía, siento que es el momento de desarrollar esta idea.
PREGUNTA: ¿Qué temas trata la obra y cómo resuenan estos temas con el resto de tu dramaturgia?
PABLO ROSAL: La obra habla de las virtudes de la inmovilidad, de parar y empezar a dejar que toda la magia que aún reside, y toda la espiritualidad, todas las ganas de hacer juegos con las palabras, con los significados, todo esto que aún reside en nosotros, vuelva a crecer y a florecer. El contraste arquetípico entre la actividad y el reposo, entre el hacer mucho y el dejar de hacer. Y si busco algo común de mi escritura, creo que para mí el escenario es un lugar de confianza y de paz. Creo que esa paz es transversal a todo lo que escribo. El escenario como un lugar donde confiar en el mundo y confiar en la humanidad. Generalmente, uso un humor muy blanco. Mi teatro no es político. O no lo es según se entiende hoy en día la política, esto de pelearse todo el tiempo. Me decido a parar y a poner atención y entonces empiezo a ver cómo florecen las cosas. Al detenernos, las cosas hablan por sí solas y no hay necesidad de que haya demasiada acción ni ajetreo. Me gusta crear una serie de normas y empezar a soñar juntos, acotar el terreno de juego, el patio de recreo, para eso de reunir a la comunidad y soñar juntos.
PREGUNTA: ¿Cómo ha sido el trabajo con la compañía Los Despiertos?
PABLO ROSAL: Los había visto en su espectáculo anterior. La obra por la que se formaron como compañía y que les da nombre. Esto quiero decirlo: ha sido muy bonito trabajar con ellos porque no es tan habitual encontrar un equipo que sea tan buena gente. Son todo corazón. Se encargan de la compañía, del vestuario, de la producción. Hay una cosa muy honesta en su trabajo, muy casera, de poder con todo… Algo casi quijotesco. Y además, tienen un modo de trabajar muy afable. Ha sido un gusto trabajar con ellos.
PREGUNTA: Tienes un lenguaje tan personal que me gustaría preguntarte, ¿cómo definirías lo que es el estilo? ¿Viene de serie con el escritor o quien escribe puede salir a buscarlo?
PABLO ROSAL:En mi caso, considero que es como la digestión. Es la digestión que yo he hecho de todo el mundo, de lo que leo, de lo que he recibido. El estilo es el camino que he tomado, la búsqueda que he hecho en la vida. Todo lo que entra dentro de uno y cómo resuena. También es el trauma que tenemos. A mí, por ejemplo, no me interesa el desorden extremo ni que pasen demasiadas cosas, por eso termino haciendo obras delicadas y pequeñas. No en el mal sentido, lo de pequeño, sino que son como piezas tranquilas. Y eso acaba conformando mi estilo. Me ha tocado ser así, tener estas manos, esta voz y, desde ahí, con todo lo que me ha pasado, surge mi escritura.
Pablo Rosal es autor y director de A la fresca, que puede verse del 6 al 23 de febrero en la Sala Max Aub de Nave 10 Matadero. Consigue tus entradas en este enlace.
Antonio Rojano es dramaturgo y coordinador dramatúrgico de Nave 10 Matadero para la Temporada 24|25