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María Velasco: «El humor es como el amor. Sin ellos, la existencia no vale la pena»

por Antonio Rojano

Entrevista
Imagen
Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos (posados) ©Jesús Ugalde

PREGUNTA: ¿Cuál es el origen de Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos
MARÍA VELASCO: Siempre hay proyectos que están entre mis querencias y que se materializan ya cuando realmente hay una llamada o existe una posibilidad real. En este caso Nave 10 Matadero y su director artístico, Luis Luque, me llama y me dice: ¿qué tienes? Llevaba mucho tiempo dando vueltas a un proyecto que se titulaba El avistamiento. Avistamiento es una palabra que me gusta mucho porque se utiliza para algo tan natural como los pájaros, pero también para los objetos no identificados. Estaba dando vueltas a ese término, a ese concepto, y de ahí, de la concreción que necesita esa idea, nace Vendrán los alienígenas... Ese fue el germen, muy atravesado siempre por mi experiencia personal, de mujer con 40 años, un poquito desencantada, un poquito decepcionada también como sujeto histórico, que de pronto se enamora y se reenamora en la vida real.

PREGUNTA: Este texto se acerca a la forma de un monólogo, aunque tendremos dos intérpretes sobre escena. ¿En qué se parece este montaje a otras propuestas anteriores de María Velasco?  
MARÍA VELASCO: Siento que estoy haciendo un triple salto mortal, porque hasta ahora hablé mucho del pasado. Estaba muy apegada, para bien o para mal, al diálogo con los fantasmas del pasado, la infancia y la adolescencia. Algunas amigas dicen que este es uno de mis textos más luminosos. Aquí estoy hablando del futuro, estoy hablando ya no en términos retrospectivos, sino prospectivos, proyectándome, que para eso sirven las utopías. Siento que ha habido un pequeño rito de paso entre los trabajos anteriores, en los que iba a resolver las dudas del pasado, a este proyecto que nace un poquito más libre y con menos ataduras.

PREGUNTA: ¿Por qué crees que la ciencia ficción es el marco idóneo para reflexionar sobre el amor?  
MARÍA VELASCO: Coincide con que me estaba enamorando de muchas escritoras y directoras que abordan la ciencia ficción. Antes era una autora bastante reticente a los géneros, tanto en la literatura como en el cine. Seguramente era también por ignorancia, desconocimiento, pero de un tiempo a esta parte me empecé a apasionar, sobre todo por las utopías y las distopías que creaban mujeres. A veces, cuando eres minoría o cuando los límites de este mundo son más chatos para ti, imaginas otros mundos o directamente los creas. Empecé a apasionarme por autoras que utilizaban esos mundos posibles para hablar de otros afectos posibles. Por ejemplo, a mí me apasionó Titane de Julia Ducornau, que fue una película controvertida y utilizaba cierto género fantástico para hablar de una nueva forma de entender la familia. Una familia no basada en las relaciones genéticas, sino en las relaciones adquiridas, más en la afinidad que en la afiliación. Las utopías ayudan a repensar las relaciones familiares, pero también sexoafectivas, desde otros mundos y otras realidades posibles.

PREGUNTA: Siempre relacionamos la política como la realidad de los grandes grupos de individuos pero, ¿cuánto hay de política —como afirman muchos estudios hoy— en las relaciones interpersonales? ¿Cuánta política hay en el amor?
MARÍA VELASCO: Creo mucho en la micropolítica. Realmente, el cambio empieza por lo micro y es lo más difícil de transformar: los hábitos, las rutinas, cómo hacer variar nuestra propia energía o nuestros propios itinerarios. Hay muchos individuos modificando eso. Hablar del amor parecía hablar de algo muy cotidiano y muy íntimo y, sin embargo, para mí también era hablar de un tema profundamente político. No se trata solo de esta obra. Ahora encontramos un montón de ensayistas, filósofos y filósofas disertando sobre el amor, reflexionando por qué somos seres cada vez más des-erotizados, cómo la energía se nos va en el trabajo y en la precariedad, a golpe de clic... La energía se nos va y vamos perdiendo intimidad física, vamos perdiendo intimidad para la unión y para la revolución. Cada vez tenemos menos energía para ser sujetos históricos y, si se quiere, ser más conscientes. Para mí, hablar de amor es hablar de lo político, hablar de por qué casi todas estas apps de ligar están creadas por hombres blancos occidentales. Es muy importante volver a re-erotizar la existencia, volver a tener fe en muchas cosas, en muchas utopías, volver a tener una energía prácticamente quijotesca para la transgresión. Como animales eróticos somos animales mucho más capaces para la subversión.

PREGUNTA: Mientras te escucho y tras haberla leído, siento que hay mucho de biográfico en la pieza. ¿En qué ha cambiado la forma de enamorarnos de los veinte a los cuarenta?
MARÍA VELASCO: Por una parte, me gusta pensar que es una obra de autoficción. Vendrán los alienígenas... es una confesión total. Es autobiográfica pero, a la vez, también es ciencia ficción, porque siempre me he sentido un poco como “Antoñita-la-Fantástica”. Yo siempre he sido muy fantasiosa y muy enamoradiza. Y hay algo en esta obra de reivindicar justamente eso, una especie de inconformismo de lo relacional. Yo también he sido usuaria de apps de ligar y he estado ahí diciendo que hacía un experimento sociológico, pero en realidad uno está en el mundo deseando amar, en la búsqueda del amor, tratando de crear el avatar perfecto, algo que nos convenza, no solo en imágenes sino también en intereses y creencias. El amor te coloca frente a otro. Te expone a otra galaxia, por eso utilizamos la metáfora del alien. El amor te hace adentrarte en un planeta incógnito que puede hacer temblar tus convicciones y, a veces, poner en litigio la propia ideología con el deseo. No sé si nuestras relaciones son mejores o peores según la edad, o distintas a nuestros padres y abuelos. Esto es algo que también recoge la obra, a nivel generacional, qué amor hemos heredado y cuál vamos a dejar en herencia. Mis padres se conocieron en la sala de bailes, allí había que hacer un match pero con la mirada o desde lo físico. Hoy en día puede ser a golpe de scroll, pero no sé qué es mejor o peor, pero sí pienso que hay una capacidad de intimidad física y de reunión que estamos perdiendo.

PREGUNTA: Este es uno de tus textos con mayor carga humorística. ¿Cómo lo valoras?
MARÍA VELASCO: El humor es como el amor. Sin ninguno de ellos, la existencia no vale la pena. No sabíamos si llamarla comedia, aunque creo que hoy en día cualquier género siempre está muy mezclado. La obra tiene guiños de comedia, pero sobre todo tiene guiños de esperanza. La obra abre una apertura hacia la esperanza brutal, a pesar de que estamos todos en el cansancio y la precarización. La pieza se abre a la esperanza para abrirse también a lo erótico, buscando un final feliz, aunque sea futurible. Creo que por eso sí que podemos hablar de que es una comedia.

PREGUNTA: ¿Qué se van a encontrar los espectadores en la puesta en escena?
MARÍA VELASCO: Con cada obra nueva siento una especie de virginidad, pero esta se calma porque vas desarrollando una especie de red de colaboradores y colaboradoras con los cuales existe ya un lenguaje compartido. Esto ha sido lo más bonito del proceso de ensayos, donde de pronto me siento muy afín al lenguaje de la coreógrafa, al lenguaje del diseñador de sonido, al escenógrafo... La mayor parte es gente con la que ya he trabajado y con la que hay una suerte de entendimiento. Hemos investigado con la coreógrafa (Josefina Gorostiza), nos abrimos a explorar cómo son los movimientos disfuncionales en una depresión, en un duelo amoroso, y a la vez crear las coreografías de, por ejemplo, un rock espacial de David Bowie. Con el diseñador de sonido (Tagore González) hemos sido muy conscientes de la importancia que el sonido tiene en la ciencia ficción, cómo es lo que muchas veces abre otras puertas dentro de la conciencia. Y en el caso del espacio (José Novoa), hemos dejado hueco a esas cosas que, a veces, poetizan también la realidad o que hacen desplazamientos desde la realidad, que generan una realidad más grande, como decía Ursula K. Le Guin. Ahí están la música y las plantas como un señuelo de la naturaleza, de lo sobrenatural dentro de lo cotidiano. Con la iluminadora (Pilar Valdelvira) ha habido diálogos que partían mucho de lo conceptual para ir todas a una con este universo, con la idea de que todos estamos muy abrazados a una especie de idea seminal del proyecto, que es como uno puede transformar la realidad prosaica, invertirla, encantarla, erotizarla y transformarla en ciencia ficción.

PREGUNTA: ¿Qué puedes contarnos de Maricel Álvarez y Carlos Beluga?
MARÍA VELASCO: Maricel es una actriz a la que admiraba profundamente. Me parecía una chaladura invitarla a formar parte del elenco, porque ella es porteña, pero aparte de residir en Buenos Aires, tiene allí su compañía. Maricel es creadora, coreógrafa, docente y ha venido a España en varias ocasiones, tanto con su compañía La Columna Durruti al Festival de Otoño, como también como actriz de cine. Era como un desafío invitarla a hacer esta obra, pero a la vez pensaba que era una persona muy capaz, porque es una actriz muy técnica como para soportar un monólogo y, al mismo tiempo, es una persona que trabaja muchísimo en la emoción, incapaz de hacer un trabajo que no vaya en sintonía con su ideología y con su sentimiento. Había un entendimiento previo, porque la había visto en varios trabajos y porque su compañero en la vida había dirigido una obra mía en Argentina y sabía que era la persona idónea. Es muy difícil encontrar tu alter ego en un monólogo, vas a convivir muchas horas con esa persona. Cuando aceptó, sentí una gran liberación. Y a su lado está Carlos Beluga en calidad de bailarín, moviente, músico en directo y también de actor de texto. Me había sobrecogido la fuerza que tenía trabajando, por ejemplo, en la calle, como músico de calle. También como bailarín. Es un elenco muy hermoso y muy diferenciado. Quizá el menos previsible para contar una historia amor. Así que pensé en subvertir los relatos amorosos que se cuentan empezando desde el casting.

PREGUNTA: ¿Proyectos futuros?
MARÍA VELASCO: Próximamente sale el libro de Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos con La Uña Rota, junto a unos poemas que me he atrevido a escribir. Estoy también trabajando en una novela. Y de teatro, me apetecía mucho volver a lo alternativo, así que estaré en la sala Cuarta Pared a finales de otoño, preparando allí un nuevo proyecto con egresados. El año que viene, en mayo, estaré bajo las órdenes de Judith Pujol en un montaje del Teatro Nacional de Cataluña.

María Velasco escribe y dirige Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos, que puede verse del 25 de abril al 11 de mayo de 2025 en la Sala Max Aub de Nave 10 Matadero. Consigue tus entradas en este enlace.

Antonio Rojano es dramaturgo y coordinador dramatúrgico de Nave 10 Matadero para la Temporada 24|25